Poema para el día de San Valiente

Entonces mi ventana

dejó de soñar

con tus claveles rojos

y mi suéter gris

descubrió el misterio

de tus noches de insomnio,

sin embargo,

nunca pensé

que mis camisas arrugadas

extrañarían

el violeta de tus labios

y el rosado de tus uñas,

ni nunca llegué a imaginarme

que aquel gato visitante

estuviera enamorado

de mi sombrero beige

y de tu bufanda de sueños

ni que el vacío que dejaste

en mi cama

se llenaría cada día

con el canto de los toches

saludando la mañana,

y cuando me di cuenta

de que las estrellas

titilaban mensajes secretos

en la clave morse del universo

ya era demasiado tarde

para pedirte que volvieras

mi alma había encallado para siempre

con las demás cometas

en la ceiba milenaria

a dos metros

del abismo de la existencia…

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