Se ha quedado ciego, sordo y mudo
Todas las apuestas se han hecho
Y los ganadores son en verdad
Los perdedores
Porque se quedarán
Con un planeta desecho
No solo morirá el oso polar
Sino también los polos
Y hermosos desiertos
Se extenderán como ríos de sequía
Por lo ancho y largo de la tierra
Las oscuras cuentas
En manos de un banquero
Que sumaba desgracias y ganancias
Habrán arrasado lo que quede
De la madre tierra
Y los ríos de petróleo
Con que desangraron la tierra
Dejarán también de fluir
Millones de millas de carreteras
Serán como las tumbas de dinosaurios mecánicos
Estacionamientos eternos de chatarra
Apuntando con sus antenas
Al fondo del abismo
Tiendas llenas de todo tipo de mercancías
De cosas hermosamente inútiles
E innecesarias
Servirán de aposento a ratas, ratones,
Cucarachas, hormigas
Y a grandes sembrados de maleza
Que se comerán los cimientos
De edificios, casas, puentes
Hasta hacerlos crujir
Tambalearse y caer como grandes árboles podridos
Para que la tierra recupere de nuevo
Lo que le ha sido arrebatado
A nombre de la civilización
Más incivilizada
Que jamás hubiera pisado
O más bien aplastado
Lo que se encontraba en su camino.
Pensar que una sola palabra
Pronunciada a coro por mil, cien mil
Un millón, mil millones,
Un millón de millones de voces
Podría ser más que suficiente
Para detener a nuestros verdugos
Banqueros, presidentes, políticos,
Curas, usureros, papas,
Militares, asesinos en serie
A nombre del dinero…
¡Basta! ¡Basta! ¡Basta!
Se acabó el juego
Me niego a formar parte
De su maquinaria de muerte
De hoy en adelante
No daré ni un segundo de mi tiempo
Para que inflen sus bolsas
Con el sudor ajeno.
¿Cuándo entenderemos que alimentamos
a nuestros propios verdugos
y los creemos nuestros dueños,
los dueños naturales del mundo
de nuestras vidas y de nuestros sueños?
¡Basta ya, se acabó el juego!