
No le tenía miedo a la noche
Ni a la boca oscura del volcán
Había derrotado a la culebra
En el jardín del bien y el mal
Había librado fieras batallas
Con dragones de fuego
Escapados de mis cuentos infantiles
Y mis sueños
Había trepado la montaña
Mas alta del mundo
Subido en una silla de ilusiones
Y hecho hablar a los mudos
Después de andar con pies desnudos
Por las cenizas ardientes del destino
Por fin había completado mi camino
Entonces, atravesé sin saber la que era tu puerta
Supe de inmediato que habitabas una nube
Rodeada de tu esencia celestial
Me bañé en tu energía divina
Bebí del agua que manaba de tu altar
Ya no tenía que buscar el elixir de la vida eterna
Ni pedir ayuda a Diógenes con su linterna
Brillabas sin que te alumbraran
La estrella más resplandeciente en la noche celestial
Te di mis tres ofrendas de antiguas tierras
Un dije arrancado de la piedra filosofal
El collar verde de la sabiduría
Y el té que curaba la tristeza y acompañaba la soledad
Por una noche fuiste el infinito más uno
El cometa que solo aparece una vez en la vida
Un eclipse privado de luna
La copa que desborda su espuma de felicidad
Con mis pies desnudos
emprendí de nuevo mi camino
Pensando en ti quemaban menos
las cenizas ardientes del destino…