La gata literata


No era una gata cualquiera

Era una gata autodidacta

Se había devorado todos los libros de Tolstoi

Y después los ronroneaba de memoria

Era una gata llena de historia

Por suerte su dueño

Un caballero muy santafereño

Nacido en el Valle del Cauca

Poseía la magia de sacar libros de la nada

Que su gata ilustrada volvía y devoraba

Letra por letra, palabra por palabra

Las cartas de Maupassant

Se las maullaba de memoria

La piel de zapa la había lamido tantas veces

Que ya empezaba a ser la piel de gata

Detestaba “La fierecilla domada”

Porque ella era indomable

Y no quería que cundiera el mal ejemplo

Aunque amaba “En busca del tiempo perdido”

Porque sabía que ese era el tiempo

Mejor empleado

Nada como dormir una larga siesta

Encima del Sueño de una noche de verano

O permanecer despierta

Con su poema favorito, el “Nocturno” de Silva

Ya que a la luz de la luna

Su cola era una sola sombra larga

Gata literata, más que gata

Era la compañera nata

De un literato o más bien litegato

Que en vez de vivir en una casa

Vivía en una biblioteca

Muy completa

En compañía de una hermosa gata…

 

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