El ángel exterminador de varillas y ladrillo
Graba sus ángulos rectos en el alma
Congestiona espíritu y pulmones
Con avisos de neón y chimeneas
Nos esclaviza con bellas cadenas
Nos aprisiona tras nuestras propias rejas
Ya nunca veremos la bóveda celeste
Ni seremos parte del cosmos
Solo del asfalto y el ladrillo
Ya nunca sabremos de un eclipse
Fuera del eclipse mental
Que oscurece corazones y sentidos
Repartidos en cajas repetidas
Cada uno anhela llenar su propia jaula
Con muebles, revistas y trebejos
Hasta que todos se arrugan y languidecen
Para ser arrojados con los muebles viejos
Cada cual escoge de cientos de medios
Las mentiras que mejor se conformen
A su propios prejuicios, fijos y perfectos
Además de entretenerse
Con las novedosas y múltiples maneras
Para mejor perder la mente y el tiempo
Las ciudades recogen por la noche
Uno a uno todos sus desechos
Amores caídos de balcones
Ilusiones rotas como huesos
Esperanzas corroídas ya por dentro
Después los entierran apilados
En basureros de vidas
Y en cementerios de huesos
Por lápida un grafiti del absurdo
A la sombra de una mole de concreto…