Algunas puertas

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Me gustan las puertas
que tienen algo de incertidumbre,
no las puertas perfectas,
aquellas que no tienen ni un rayón
ni un poco de herrumbre.

Me gustan las puertas
que fueron atravesadas por la vida,
en las que el sol y la lluvia dejaron sus huellas,
aquellas cuyos goznes gimen
y en cuyos umbrales
crujen las tablas de la vida.

Me gustan las puertas entreabiertas
que llevan a otras puertas,
esas que detrás de sí
esconden los pasos de los que las abrieron antes.

Me gustan las puertas con huellas de otras manos
y de otros tiempos,
puertas que lo vieron todo
sin contarle a nadie nada,
puertas impasibles, siempre acostumbradas a recibir la vida
o a dejar entrar la muerte sin pronunciar palabra.

Me gustan la puertas de los callejones sin rumbo,
con materas de flores que cuelgan desde sus ventanas,
en las que un rayo de luz es una noticia de vida
y donde los gatos navegan a sus anchas
confundidos con las sombras de las cinco de la tarde
o de las tres de la mañana.

Me gustan las puertas que dejé atrás
sin siquiera cerrarlas,
listas a ofrecer sus misterios al siguiente caminante,
puertas que fueron batidas por el tiempo
arañadas por los perros, golpeadas por el viento…

Las puertas perfectas nunca me dijeron nada…

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