Luna azul de fuego

Luna azul de fuego

En el infinito sin nombre

Antiguos muros develan sus secretos

Purificados por el fuego perpetuo

Con el que se calentaron

La primera mujer y el primer hombre

Y con el que vieron

Lo que se escondía

En la oscuridad de la noche

Vuela el fuego en tus brazos candentes

Las cuchillas cortan el silencio nocturno

Círculos de luz iluminan tu rostro

Una sombra se mece

Al compás del misterio

Y se vuelve una con tu cuerpo

La cuchilla y el fuego

Purifican la esquina sin tiempo

Y revelan el secreto:

El nacimiento de agua

Murmura en silencio

Atrapado entre muros de hierro

Sigue fluyendo

Con su mensaje líquido y eterno

La luna azul se llena de fuego

El baile de la vida

Lanza su proclama al viento:

¡Soy canción y renacimiento!

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¡Celebremos el Ceodós!

Era un día espléndido en Gatilandia, el sol brillaba en un cielo completamente azul y los pajaritos se bañaban en los pequeños remansos de agua de los arroyos. Una que otra abeja reposaba en una flor de las diez mil que tenía que visitar ese día. Pero, Fernando, el ratón, parecía intranquilo, tenía un mensaje urgente para su amigo Lucas, el gato. Cuando supo que Lucas estaba por ahí cerca, tomó uno de los cientos de túneles que había excavado, y presto desapareció bajo tierra. Llegó con sigilo por detrás del gato. Este tomaba su siesta, amodorrado en un montón de paja. El ratón en silencio se acercó dando saltitos, y ¡zas! le haló la cola, y Lucas se despertó sacando sus garras y mostrando sus colmillos, para defenderse del feroz atacante, pero todo lo que vio fue a Fernando, rascándose la barriga y riéndose locamente…

“¿Qué quieres, Fernando, que me despiertas y casi me matas del susto?”, preguntó Lucas.

“Tengo un mensaje urgente para ti”, dicen que un saboteador planea estar hoy justo al mediodía en el concierto de Gatedades y si yo fuera tú, correría a avisarles.

“No puede ser, dijo Lucas”, saldré tan rápido como mis patas me lleven encima de la patineta.

Lucas pensó que nunca había habido una emergencia peor que esta, un saboteador podría arruinar el concierto y tal vez tendrían que suspenderlo. Aceleró lo más que pudo su patineta, pero a medio camino una nube cubrió el sol, y su patineta solar dejó de funcionar.

“Maldición”, exclamó Lucas, nunca llegaré a tiempo.

Tuvo la fortuna de que el conejo, Roncancio, pasara en ese momento en su bicicleta y le pidió un aventón hasta el Gatitorio, donde sería el concierto.

Alcanzaron a andar dos cuadras cuando la bicicleta pasó sobre un clavo, se escuchó un pequeño “puf” y la llanta de atrás quedó más plana que una nota de un piano.

Lucas empezó a caminar, no podía perder ni un segundo. Si embargo, Lucas, tuvo la fortuna de que el León, Leonardo, pasara en su motocicleta eléctrica y le pidió un aventón hasta el Gatitorio. “Súbete no más, que el camino es largo. Aquí tienes tu casco. La multa por no usarlo es romperse la cabeza”.

Lucas se trepó contento en la moto y salieron volando, pero unas cuadras más adelante la batería se descargó por completo y ambos se tuvieron, que bajar, mientras Lucas seguía a pie, Leonardo arrastraba la moto a un sitio de recarga unos kilómetros más adelante.

“Maldición”, exclamó Lucas, nunca llegaré a tiempo.

Pero, tuvo la fortuna de que Orlando, el oso, pasara en ese momento en su cacharrito de gasolina y le pidió un aventón hasta el Gatitorio.

“Precisamente voy para allá”, dijo Orlando, mientras pasaban por un cementerio de vehículos eléctricos abandonados. Se taparon la nariz porque emanaban un olor desagradable.

“Por suerte mi viejo cacharro es a gasolina”, dijo Orlando, “no se vara como esos vehículos modernos”.

“Ni tampoco se le acaba la batería, antes hacían mejor las cosas”, comentó Lucas.

Pronto llegaron a Gatilandia, Lucas le dio las gracias a Orlando por el aventón y se bajó a cumplir con su misión.

En una esquina vio a su amigo Locancio con una guitarra destemplada, cantando una vieja canción de Jimmy Hendrix.

“Locancio”, dijo Lucas, “te traigo noticias urgentes”.

Pero Locancio continuó con su desafinada canción, el ruido de su amplificador no le dejaba escuchar nada.

Con un golpe de karate, Lucas desconectó el amplificador y se acercó a Locancio: “¿Me escuchas ahora?”.

Locancio lo miro con los bigotes destemplados. “¿Qué pasa, no te gusta mi música?”, preguntó.

“Nada que ver”, respondió Lucas. “Se trata de algo urgente. Me avisan que un saboteador planea estar hoy justo al mediodía en el concierto de Gatedades, ¡hay que avisarles!”.

“¿Dijiste ’saboteador’?”, preguntó Locancio mientras su guitarra daba un gran chirrido.

“Exactamente”, reafirmó Lucas.

“Vamos a avisarle a la gente de Gatedades ahora mismo… están ensayando en el sótano de…”.

En ese momento pasó un carro de bomberos haciendo un gran escándalo, que no le permitió escuchar más a Lucas. En una esquina un bus eléctrico se estaba incendiando y los pasajeros huían presos del pánico.

Fue así que Lucas decidió simplemente seguir a Locancio. Treparon tapias, saltaron cercas, escalaron techos, se escurrieron por estrechos pasadizos y finalmente entraron por una ventana rota a un sótano de donde salía una música maulladamente melodiosa.

Una gran luz de neón de color ámbar instalada en una pared titilaba: “I love Gatedades”.

Locancio se acercó al escenario y murmuró algo en secreto al oído de Gatopardo, el líder de la banda. Este de inmediato paró el ensayo y convocó a los demás músicos, así como a los Poligatos, encargados de la seguridad. Conferenciaron por unos minutos, y finalmente Gatopardo anunció: “Es hora de dirigirse al Gatitorio, algo terrible puede suceder”.

“Espero que no”, dijo Lucas mientras se apresuraba a seguirlos.

Las filas para entrar al Gatitorio eran larguísimas, Gatedades estaba lanzando oficialmente su disco más reciente: “Celebremos el Ceodós”, una mezcla de rock con carranga, de oxígeno y carbono, cuyo preestreno pegajoso ya andaba de boca en boca y de miau en miau.

En ese momento apareció Locancio, con su guitarra crujiendo, colgada en un hombro. “¿Ya encontraron al saboteador”, le pregunto a Lucas, “podría estar camuflado entre los espectadores”.

“Los poligatos están revisando a toda la multitud que entra, le será difícil colarse”.

“Pero si hasta yo sé colarme al Gatitorio” dijo Locancio. “¿Quieres que te lo demuestre?”.

“No en este momento, gracias”, susurró Lucas .

De repente, una de las cuerdas de la guitarra de Locancio se reventó con un feo sonido y Locancio dio el salto del siglo, sorprendido por el ruido. Sin proponérselo, con el salto le dio un guitarrazo a un gato atigrado que pasaba a su lado presuroso y que cayó estruendosamente al piso, completamente noqueado.

“Llamemos a la Cruz Rosa” dijo Locancio, pero no tuvieron tiempo de hacerlo, porque de repente vieron que del chaleco a rayas del gato atontado se filtraba un líquido verdusco de un olor desagradable.

“¡No puede ser sangre verde!”, exclamó Locancio.

Lucas de inmediato le abrió el chaleco y vio un recipiente con un líquido incendiario que se estaba regando. Al lado había un detonador. Los Poligatos, que ya habían llegado al lugar de los hechos, desarmaron con pericia el artefacto

“¡Locancio, eres un héroe, acabas de noquear al saboteador y salvado el día, ahora sí podremos escuchar el concierto tranquilmente”.

Entre tanto, los Poligatos arrestaron al saboteador, que más tarde se sabría estaba pagado por una corporación que quería acabar con los hidrocarburos para que nadie tuviera combustible barato, ni se pudiera movilizar, y de paso vender sus tecnologías de sol y viento, caras, escasas, peligrosas y falsamente verdes.

Las luces del escenario se prendieron y un spot iluminó a Gatopardo, quien empezó la función: “Damas y caballeros, gatos y pelagatos, gatas y regatas, gracias por venir a nuestro concierto “Celebremos el Ceodós”, mientas que en una pantalla aparecía escrito “CO2: El Gas de la Vida”. “Hoy vamos a cantarle a la vida o sea al CO2, con esta carranga-rock, y dice”:

“No me voy a calentar

yo no creo en propaganda

y que viva la carranga

de este rock tan singular”

“Esta cosa no es global

es más bien un agua termal

el calor solo dilata

pero el frío sí nos mata”.

“Todo lo han dicho al revés

sin CO2 no hay fotosíntesis

sin fotosíntesis no hay comida

y sin comida no hay vida”.

“¡Las mentes contaminadas

con su falsa ideología

quieren acabar con la vida

con su tal carbono cero”.

“Este es el chiste cruel

también un pacto suicida

nosotros somos el carbono

quieren acabar con la vida”.

“Vamos a decir ’NO”

a la transición energética

es la manera directa

de acabar con la vida

y de destruir el planeta”.

“¡Que viva el CO2

es nuestra fuente de vida

No más Nuevo Orden Mundial

que es un gran pacto suicida!”.

Y, acabaron con el coro:

“No me voy a calentar

yo no creo en propaganda

y que viva la carranga

de este rock tan singular”

“Esta cosa no es global

es más bien agua termal

el calor solo dilata

pero el frío sí mata”.

Las luces hicieron un bonito juego de colores y los gatos asistentes aplaudieron a rabiar. Después de todas las canciones del concierto irían a una gran marcha para protestar contra el Gato Mayor, al que habían prometido derrocar por ser un gran lacayo del “Nuevo Orden Mundial” que simplemente era el “Viejo Orden Mundial” de siempre, pero esta vez para exterminar a la mayoría de los gatohablantes del planeta.

Mientras tanto, en el escenario que ya se estaba desmontando, Gatopardo charlaba con Locancio y Lucas.

“No saben cuánto les agradezco haber salvado el día”, dijo Gatopardo.

“No hay de qué, era nuestro deber gatuno”, dijo Lucas.

Y, dirigiéndose a Locancio, Gatopardo miró su guitarra y dijo: “Tal vez si te compramos otra guitarra y practicas con nosotros, podrías ir en una de nuestras giras, ¿te gustaría?”.

“¡Claro que sí”, dijo Locancio, “pensé que pasaría el resto de mi vida en esa esquina rasguñando la guitarra… pero entonces llegó el amigo Lucas y me salvó la partida…”.

“Pues, ahora tienes todo un planeta para salvar, ¡buena suerte amigos! Si no hubiera sido por el ratón, Fernando, nunca habría sabido del saboteador”, dijo Lucas.

“¿Quieres decir que un ratón nos salvó la vida?”, preguntó Gatopardo con un gesto de incredulidad.

Los tres gatos se miraron a la cara y después de un segundo de silencio soltaron una gran carcajada maullada, que según los testigos, se oyó de Nueva York a Chicago y desde Moscú hasta Beijing… el mundo en verdad ya los estaba escuchando.

THE END

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Mi vida en salsa

Salió el sol como cada mañana

y ella no estaba

el elevador del corazón

se trancó en el piso 13

de la desesperanza

como un perro callejero

eché a andar

lamiéndome las llagas

de la vida

antes de empezar

ya había perdido la partida

buscaba por la calle

entre el asfalto y la contaminación

alguna cara amiga

que le diera cuerda

de nuevo al corazón

en la vieja iglesia

las campanas dieron las diez

y desde una vitrina

me miraba un maniquí desnudo

más real que cualquier ser

un mendigo me pidió un mendrugo

y me vi en él

me eché la mano al bolsillo

y en vez de uno

le di veinte mil

su sonrisa de arco iris

me hizo comprender

que nada en esta vida

dura para siempre

que es mejor ser un mendigo sonriente

que un rico caradura

detrás de su armadura

ochenta guardaespaldas

y una bella mujer

hecha a la medida

de la cirugía,

el sol ya se ponía

y yo recorría

esas calles que solíamos recorrer

entonces la vi

sola y tímida

temblando como una hoja al viento

me acerqué y le acaricié la cabeza

y compartí con ella

el último bocado

de mi triste pasado

meneó su cola de oro

y me siguió ladrando calle abajo

y así continuó

mi vida en salsa hasta el anochecer

entre el neón de un bar

y las calles vacías

donde me cogieron las heridas

y el amanecer

sabía que se había ido

y que jamás la volvería a ver…

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Pero no puedo

Quisiera dedicarte un poema de amor

pero no puedo

el sol que iluminó tu cara

se reflejó en la paloma

que pasaba

y una pluma salió flotando

dibujando tu rostro

sobre el cielo,

quisiera dedicarte un poema

con sabor a chocolate,

pero no puedo

el sol lo derritió

con tu mirada

y ahora navego en un río de caramelo

entre tu pecho y espalda

quisiera dedicarte un poema de silencio

pero no puedo

el batir de las estrellas

y de los corazones rotos

toca campanas

de claveles y rosas

y el infinito resuena

entre tus labios

quisiera dedicarte un sencillo poema

donde rime y reme con la vida

pero no puedo

los grillos empapan la noche

con su canto

y las ranas recitan poemas de amor

entre sus charcas

entonces solo puede dedicarte

este poema solitario

que crece

entre la maleza bella de la existencia

que florece

en los rincones olvidados

donde brota agua de las piedras

y donde los cantos rodados

parecen corazones grabados

en piedra

por enamorados de antaño

y, aunque hubiera querido

dedicarte otro poema

te dedico estas palabras

con sabor a tierra fresca

con olor a primavera

recién desenterrada

te dedico la única flor

que florece en mi almohada…

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Partió Pablo Milanés a reunirse eternamente con Yolanda…

Ahora que

nuestra soledad

se siente acompañada

gracias a tus versos

y canciones

te acompañamos también

en esta partida temporal

y te contamos

que nunca

nos sentiremos derrotados

porque seguiremos

cantando el credo

que nos enseñaste

lucharemos eternamente

hasta ver esta tierra liberada

sin renunciar

a ver el sol

que nos quieren ocultar

cada mañana,

y, ahora que tu ser navega

por constelaciones lejanas

y tal vez hasta en secreto

por estas calles anda,

seguiremos cantando contigo,

¡eternamente Yolanda!

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Antes de que oscurezca…

Debo salir a caminar

antes de que oscurezca,

la lluvia pasajera

aun se desliza por las calles,

arrastrando las huellas

de un pasado ensangrentado

que por más que se limpie

sigue flotando

como una nube de fuego

que enturbia el alma,

no tengo respuestas

ni preguntas

solo verdades

que acechan

a la vera del camino

listas a saltar de los tejados

y a escaparse de las piedras,

venimos de un pasado tenebroso

sin siquiera saber

que el futuro sería peor,

que las mismas castas

seguirían gobernando

antaño a nombre de su Dios del cielo,

ahora a nombre de un Dios

llamado dólar,

y que nos siguen crucificando

día a día

hasta extraernos todo el oro

de la tierra

o toda la plusvalía

y en su reemplazo

hasta la última gota de sangre

para bebérsela

en sus altares infernales,

nunca fuimos descubiertos

solo fuimos esclavizados

y muertos

nunca fuimos liberados

solo cambiamos de amo,

una revolución verdadera

no dejaría ni las cenizas

de los opresores

sobre la faz de la tierra…

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Celebrando 25 años con el Proyecto Sherezade

Cuando oí del proyecto Sherezade en 1997, pensé que era la cosa más innovadora del mundo. El internet estaba floreciendo y una página web dedicada a publicar cuentos de autores de todo el mundo hispanoamericano era una gran novedad. ¡Veinticinco años más tarde y cientos de cuentos después, todavía lo sigue siendo!

La iniciativa era de Enrique Fernández y José Luis Martín y se publicaba a través de la Universidad de Manitoba, Winnipeg, Canadá. Enrique Fernández era profesor del departamento de Lenguas de la Universidad de Manitoba y su compañero en esta aventura era un Ph.D de la Universidad de Princeton University, 1996, quien había dictado clases de lengua y cultura españolas en los Estados Unidos. (ver: creadores)

El primer cuento que publiqué con ellos en 1997, La última espera, terminaría dándole la vuelta al mundo web, siendo reproducido decenas de veces y leído por decenas de miles de lectores, a veces sin siquiera citar el nombre del autor. Puede ser leído en este enlace: https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/espera.html

A este le seguiría más cuentos a través de los años, todos con el mismo tema de la muerte, mirado desde diferentes puntos de vista, y con situaciones y personajes singulares.

El cuento más reciente fue publicado por Sherezade en este mes dea agosto para celebrar este cuarto de siglo con Seerezade: El hombre de barro, el cual puede ser leído en este enlace: https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/hombredebarro.html

Cordialmente, Fernando y José Luis enviaron este mensaje grabado por ellos para la celebración de esta larga y literaria relación, que ha trascendido el tiempo y la fantasía, hasta convertirse en un ritual literario que continuará hasta que ya no nos quede nada más por decir.

Su mensaje puede ser visto en este enlace:

http://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/MarioLamo.mp4

Y, he aquí a uno de los personajes de esta fantasía de Sherezade, José Luis, cuya biografía al igual que sus cuentos despiertan de inmediato la curiosidad del lector sobre su vida y obra.

José Luis Martín nació en 1967 en Zamora, una pequeña ciudad medieval en cuyo castillo solía jugar al escondite, y después fue trasplantado a una feísima ciudad industrial llamada V, lo cual le convirtió en un soñador. Se convirtió inopinadamente en autor teatral (anónimo) a los 9 años, de la mano de un grupo de actores muy de izquierdas que pasaron por su escuela para montar una obra basada en cuentos escritos por niños, y eso le puso en la senda de la creación literaria. Buscando su voz, estudió literatura en varias universidades, incluyendo la de Princeton, en la que consiguió un doctorado en 1996, y trabajó en la docencia durante años en Ohio State University, hasta que se aburrió por completo del mundo académico y su panoplia burocrática, y tomó otras profesiones más aireadas, entre ellas barista, pintor al óleo y vendedor de juguetes. Ha vivido en lugares tan diversos como Málaga y Liverpool, siguiendo los dictados de su corazón. Desde 1996 es co-editor de Proyecto Sherezade, una revista de narrativa en la que no se presta atención a los currículos y en la que sólo se valora la creatividad de los cuentos con los que los autores entretienen al lector. En la actualidad vive en Valencia (España), donde se mantiene alejado de todas las reuniones académicas. A veces escribe.

José Luis además ha publicado 20 cuentos para el Proyecto Sherezade, los cuales él describe de la siguiente manera:

  1. Los 14 cuentos que he publicado en Proyecto Sherezade como José Luis Martín, entre los que te puedo recomendar “Australopiteco”, porque es el que más me gusta ahora:

https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/australopiteco.html(https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/australopiteco.html)

  1. Los 6 cuentos que he publicado en Proyecto Sherezade con el pseudónimo Alejo López Bastida, que son los escritos desde el punto de vista de un personaje femenino, “entre los que mi favorito es “¡Ay, qué memoria!”:

https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/ayquememoria.html(https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/ayquememoria.html)

Enrique Fernández, por su parte, tuvo la visión de asociarse con José Luis para este proyecto, y esta es una nota biográfica suya, tomada de la página de Sherezade:

Ph.D. Princeton University, 1998, es profesor en el Departamento de Francés, Español e Italiano de la Universidad de Manitoba, en Winnipeg, Canadá, y anteriormente en Texas A&M International University. Ha escrito sobre Cervantes, sobre La Celestina y sobre La Dorotea y la picaresca.

Pues, para terminar esta celebración como Dios manda, acabo de publicar en Amazon.com un relato largo, Las tres caras de la muerte, que resume mi larga relación con el tema de la muerte, donde para variar, esta vez la muerte es el mero personaje del relato:

En Kindle: Amazon.com: Las tres caras de la muerte (Spanish Edition) eBook : Lamo-Jiménez, Mario: Tienda Kindle(https://www.amazon.com/dp/B0BCFCPG3K)

y como libro impreso:

Amazon.com: Las tres caras de la muerte (Spanish Edition): 9798848694413: Lamo, Mario R.: Libros(https://www.amazon.com/dp/B0BCD9TL6X)

A Enrique y José Luis les dedicó este último relato con mucho cariño y los felicito por haber hecho realidad este Sherezade en español, una casa de lectura inapreciable y en la que siempre me he sentido bienvenido y acogido.

Y, como regalo final para los lectores, todos los cuentos del Proyecto Sherezade: Proyecto Sherezade(https://home.cc.umanitoba.ca/fernand4/)

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Eduardo Gómez: Murió un hombre de las palabras…

…pero sus palabras no han muerto.

Murió el hombre, pero no el poeta

murió la hoja,

pero no murió el árbol de sus versos

explorador de vidas inconclusas

creador de poemas

infinitos con un fino aroma

a primavera

o a tristeza

con una gota de dolor

y de tibieza

exploró universos

cotidianos

en sus momentos

más extraños

restauró la palabra

que yacía a la orilla del camino

manipulada

en diarios amarillos

adulterada

en discursos sin sentido

embotellada y encapsulada

para el consumo

de pensamientos

sin ideas

para el uso

de sentimientos

sin sentido

nos dejó el hombre

pero quedó

con nosotros el poeta

aquel cuyos plácidos

y tranquilos versos

creaban ciclones en los sentidos

y emociones inéditas

cabalgando en

corazones y latidos…

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Recorriendo sombras…

Sería imposible

pasar sin notar la sombra

que crea en la pared blanca

la farola de la esquina

justo donde la Mona

llega con el correo

cada día

repartiendo

recuerdos y melancolías

y si siguiera calle abajo

por la Fábrica de Licores

escucharía a los borrachos

de hace siglos

resonado tambores.

Tal vez podría

pasar por el Café los Gallos

donde John con una sonrisa

sirve sin prisa

el mejor café de la Villa

justo a las tres en punto

cuando por la calle

una incierta Mona Lisa

hace arder la tarde

con su belleza

y enigmática sonrisa.

Miró el reloj del tiempo perdido

y veo que me hacen falta horas

para seguir cada huella

y cada campanazo

que resuena

en paredes, piedras y ventanas,

camino por la carrera octava

porque sé que en alguna parte

me espera un amigazo

desempolvando libros antiguos

mudos testigos de cuando

a los colombianos nos mataban

por un trapo rojo o azul

y nos seguirían matando

y los libros se niegan a olvidar las masacres,

paso por la venta de fantasías

en un parque lleno de maría mulatas

donde me mira una estatua seria

y tal vez adolorida

y encuentro a Pablo

con su último hallazgo

un libro tan antiguo

que más que leerlo

toca descifrarlo

donde se cuenta la historia

de un rey malvado

que asesinó a millares de indígenas

por unos lingotes de oro

cambiando las almas

por las monedas

y clavando las espadas

como en los toros de lidia

en las espaldas de niños, mujeres,

hombres y ancianos,

tiempos de terrores y tiranos

para que el tributo feudal

mantuviera en España

a la realeza,

acostada en medio

de su podredumbre y su pereza…

Así que me devuelvo

tras mi sombra

recorriendo siglos en un paso

recordando nombres

en cada abrazo,

cae la tarde

se apaga el día

y nuestras sombras

siguen deambulando solas

recordando antiguos héroes

y curando viejas heridas…

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Antes

Antes de que me coja el sueño

antes de que me despierte muerto

antes de que me entierren vivo

antes de que vaya de negro

a velar mi propio entierro

antes de que me borren la cuenta

por decir que las falsedades

no son cosas ciertas

antes de que las rosas muertas

sean mi crimen y castigo

antes de que florezcan

los claveles de invierno

antes de que se haga temprano

y se devuelva el tiempo

antes de que los labios mientan

y en vez de besar muerdan

antes de que el tiempo en reversa

nos devuelva

sin que nos demos cuenta

hasta el punto donde

no habíamos nacido

y la muerte sea

un nacimiento a la inversa

antes de que apague

en tu cielo

la última estrella

y antes de que encienda

la primera vela

donde me lloran

sin saber que incluso muerto

sigo vivo

y que la muerte

solo es para los que se quedan…

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