Pensé que que el invierno
podría cambiar en primavera
así que le di albergue en el jardín
donde había preparado
espejos que miraban lo verde
plantas florecidas
que mágicamente daban su fruto
sin que nadie se los pidiera
luces suaves por las que viajaran
la paz y la tranquilidad
cristales maravillosos
donde estaba guardada la energía
de otros tiempos
y que nos mandaban
sentimientos de armonía
pero el invierno entró por la puerta
arrasándolo todo
con sus vientos fuertes
congelaba la ternura
adondequiera que llegaba
él era el que imponía las leyes
poco a poco me fue enfriando
quería desvanecer lo que quedaba
de mi antiguo ser y querer
el invierno no dialogaba
reprendía y amedrentada,
así que tuve que dejar
lo que quedaba
del otrora jardín de paz
como un perro viejo e inútil
a la calle de su propia suerte,
aunque el invierno parecía
dulce desde la distancia
no era su culpa que quemara
con rayos de hielo
solo sabía actuar de esa manera,
eso era lo que había aprendido
o sufrido,
no lo sé.
Todo esto lo escribo
desde una esquina cualquiera
como un espejo roto
donde se refleja un mundo
aún más roto que él…