…pero sus palabras no han muerto.
Murió el hombre, pero no el poeta
murió la hoja,
pero no murió el árbol de sus versos
explorador de vidas inconclusas
creador de poemas
infinitos con un fino aroma
a primavera
o a tristeza
con una gota de dolor
y de tibieza
exploró universos
cotidianos
en sus momentos
más extraños
restauró la palabra
que yacía a la orilla del camino
manipulada
en diarios amarillos
adulterada
en discursos sin sentido
embotellada y encapsulada
para el consumo
de pensamientos
sin ideas
para el uso
de sentimientos
sin sentido
nos dejó el hombre
pero quedó
con nosotros el poeta
aquel cuyos plácidos
y tranquilos versos
creaban ciclones en los sentidos
y emociones inéditas
cabalgando en
corazones y latidos…