Atención, damas y caballeros, grandes y pequeños, lunáticos y demás enfermos de alegría de esta tierra, tengo una noticia de algo que esperamos por 632 años, desde 1378: ¡un eclipse de Luna que coincidió con el solsticio de invierno! Sucedió esta madrugada del 21 de diciembre de 2010, año del Señor.
Según los astrónomos, la Tierra se atravesó en línea recta entre el sol y la Luna y la luz reflejada por la Tierra, nos fue devuelta por la Luna. Hace más de medio milenio ningún ser humano contemplaba este espectáculo. Para los astrofísicos ha sido una verdadera bonanza, ya que pueden recolectar polvo de estrellas o como se llame, y observar por el reflejo a la misma Tierra, como si fuera un planeta distante y aprender más de la vida en este universo.
Para los que sufrimos de ataques de imaginación, no se trató de un simple eclipse, fue un eclipse de amor: ¡Se produjo un evento poético en el cielo! La luna, enamorada de la Tierra, fue preñada por ella con la luz de todos sus amaneceres y atardeceres, y esa luz rojiza y mágica que vimos esta madrugada, era la de una Luna sonrojada, después de haber hecho el amor. Y como sabemos, el amor como en los tangos, hay que hacerlo a media luz. La novia salió radiante, vestida de blanco, estaba llena e iluminada por ese viejo sol, padrino discreto de sus encuentros amorosos. Las calles estaban bañadas de esa luz que se reflejaba del sol, parecía como si un día nocturno circulara entre árboles y avenidas, entre techos y lejanías. De pronto, el milagro empezó a suceder, primero fue un leve rubor en su barbilla, de repente pasó a ese sitio bello y prohibido que queda exactamente a la derecha del polo sur tomando por la avenida al cielo. Las calles empezaron a perder su luz, el universo se detuvo por un instante, las sombras dejaron de proyectarse y la luna empezó a desnudarse. La luz roja ya iba arriba de su cintura y en su geografía infinita empezaron a aparecer venas palpitantes, palabras de amor desconocidas, deseos contenidos ya por siglos. ¡El Eclipse estaba haciendo el milagro! Fue un eclipse de amor total. El amor se hizo en plena oscuridad en la tierra, pero la enamorada palpitaba roja en el cielo. Sé que a la Luna, como a todo cuerpo especial y espacial que se respete, le gusta gozar de su intimidad, pero tomé una foto de esta novia celestial, y lo que vi fue un planeta redondo y hermoso que por algún motivo gira en torno a la Tierra y a nuestras vidas y que si no fuera por ella, dicen los científicos, no los poetas, la vida nunca hubiera aparecido en este planeta.
Eso es todo por ahora. Tendré que investigar cuándo sucederá de nuevo en el cielo este milagro de amor, pero les juro que en la Tierra está sucediendo millones de veces en este mismo momento…