Recorro las calles en penumbra
las nubes esconden los misterios del cielo
una anciana se abraza tras su perro
en la cortina descorrida
de alguna ventana
el peluquero corta el pelo
que flota como plumas en su corto vuelo
de una café se escapa la música estridente
del dueño acompañado por la noche sin clientes
se abre una ventana entre las nubes
la luna, llena de luz y de infinito
se escapa presurosa entre las sombras
en las bancas del parque
las comadres
comparten el día bajo las ramas de un árbol
un niño juega con su padre
su pelota ni es redonda ni es pelota
solo una botella plástica
a la vera de la vida
se abre una última ventana al cielo
las nubes caprichosas despejan la luna
tantos años esperando para ver esta noche
que no sabía siquiera que vendría
mis pasos se devuelven
sobre las huellas de otros miles de pasos
ninguno supo sobre qué huella caminaba
nadie sabía tampoco que este era el día
anunciado por el profeta de los eclipses
escrito con la pluma del tiempo
en el papel de lo incierto
“cada 65 años tendrás un deseo
nacer, morir o ver la luna en el cielo”,
esta noche escogí la luna
ya no estaré para pedir el tercer deseo…