Trato de recoger como pétalos caídos los momentos de tu existencia y armar con ellos un cuadro de lo que fue la primavera de tu vida.
¿Por dónde empezar?
Tal vez por aquel niño que a los cinco años me dijera: “Mario, si tú eres mi sueño, no quisiera despertarme nunca”.
Ahora Adrián nunca se despertará
y yo quiero ser su sueño.