creo en cada cosa
y su contrario
creo en un infinito temporal
y en una eternidad limitada
creo en la vida después de la muerte
pero no creo ni en la vida
ni en la muerte
creo que somos sombras
de otras sombras
en un espejo infinito
donde ya nadie sabe quién fue
la sombra original
ni dónde está el efecto que la produjo
creo que los perros ladran en la noche
porque la noche tiene sus propios ladridos
que solo los perros escuchan
no creo en todo lo que me imagino
ni tampoco lo creo
pero creo que tal vez alguien
que me está imaginando en este momento
me está creando
y que si dejara de imaginarme
terminaría despareciendo
(deliciosamente ambiguo
porque no sabemos cuál de los dos
desaparecería)
creo en lo que no creo
porque de esa manera
el universo se mantiene despierto
alerta a la espera
de que yo deje de creer en algo
que no existe
para que no desaparezca
de la lista de cosas
que nunca han existido,
uno nunca sabe
podríamos haber sido Dios
en vidas pasadas
sin siquiera haberlo sabido,
o tal vez, por nuestra propia cuenta y riesgo,
sin ser dioses creamos el mundo
una mañana de desesperanza.
De todos modos
nada está aquí por accidente,
sino por múltiples accidentes,
nada es necesario
pero todo es indispensable,
hasta la tenue luz de una vela
podría iluminar todo el universo
si se lo propusiera…
Creo en todo lo que no he creído
y seguiré creyendo
que el mundo es un lugar cálido y frío
donde a veces cruzamos los hilos de la vida
para crear nuevos universos
en el corazón de un hormiga
en el palpitar de una estrella
la vida es tan ambigua como la muerte
no hay ninguna diferencia
entre una lágrima y una cascada
ambas caen al abismo
de lo inesperado
ambas lloran
porque el río de la existencia
llegará a su fin
y en esa playa dorada
donde se juntan las distancias
un día estarás tú,
esperándome con tu sonrisa de frambuesa
y tus labios que invitan al amor
sin siquiera decir una palabra…