Mi vida en salsa

Salió el sol como cada mañana

y ella no estaba

el elevador del corazón

se trancó en el piso 13

de la desesperanza

como un perro callejero

eché a andar

lamiéndome las llagas

de la vida

antes de empezar

ya había perdido la partida

buscaba por la calle

entre el asfalto y la contaminación

alguna cara amiga

que le diera cuerda

de nuevo al corazón

en la vieja iglesia

las campanas dieron las diez

y desde una vitrina

me miraba un maniquí desnudo

más real que cualquier ser

un mendigo me pidió un mendrugo

y me vi en él

me eché la mano al bolsillo

y en vez de uno

le di veinte mil

su sonrisa de arco iris

me hizo comprender

que nada en esta vida

dura para siempre

que es mejor ser un mendigo sonriente

que un rico caradura

detrás de su armadura

ochenta guardaespaldas

y una bella mujer

hecha a la medida

de la cirugía,

el sol ya se ponía

y yo recorría

esas calles que solíamos recorrer

entonces la vi

sola y tímida

temblando como una hoja al viento

me acerqué y le acaricié la cabeza

y compartí con ella

el último bocado

de mi triste pasado

meneó su cola de oro

y me siguió ladrando calle abajo

y así continuó

mi vida en salsa hasta el anochecer

entre el neón de un bar

y las calles vacías

donde me cogieron las heridas

y el amanecer

sabía que se había ido

y que jamás la volvería a ver…

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