Vida de perros

No sé quién fue el primero en hablar de esta “vida de perros”, para referirse a la vida miserable de una buena parte de la humanidad… solo que si miramos más en detalle, ¿qué es una vida de perros? Basado en esta pregunta me dediqué a observar la “vida de perros”, ya que por diferencias lingüísticas, fue imposible entrevistarlos… esto es lo que vi, de pelambre hacia afuera…

En primer lugar, en mi propia calle me encontré con los perros pasajeros. Los perros pasajeros son aquellos que vienen, mean y se van; su oficio es recorrer esquinas, postes, fachadas, etc. dejando su aromático regalo y espían a la vez lo que les dejaron los demás perros. Recorren las calles de prisa, como si estuvieran buscando algo que se les hubiera perdido. Si los observan con atención, verán que tienen ciertos lugares preestablecidos en los cuales olfatean y descargan rápidamente su micción, la cual, por un motivo que no he logrado descifrar, vuelven a olfatear, tal vez para asegurase de que tenga la composición química perfecta. Satisfechos con el olor, levantan la cola, paran las orejas y abandonan rápidamente el lugar. Generalmente ignoran a la gente, son inofensivos, y parecen sentir un gran placer de este hábito… sin embargo, un consejo muy importante: en un descuido pueden levantar una pata… y si sienten algo mojado y caliente bota abajo del pantalón, sabrán que ustedes mismos han sido marcados de por vida como propiedad callejera de una cola alegre que se aleja…

Detrás de estos vienen los perros inspectores, que en verdad son una subcategoría de los perros pasajeros. Su oficio es oler todo lo que se asome a su paso; huelen matorrales, puertas, huellas, autos, incluso a otros perros, y por los lugares más inesperados y menos apropiados… Parece que fueran leyendo las calles con la nariz y no la desprenden del suelo, suelen tener orejas más grandes de lo normal y patas más cortas de lo corriente. También tienen el hábito de oler a las mujeres, exactamente entre las piernas, para después escaparse con cara de gusto y con la lengua como una bandera que les ondea a media asta en el hocico… Hay que tener cuidado con estos perros porque pueden detectar cualquier substancia artesanal que uno posea, y lo suelen delatar con grandes aullidos… algunos de ellos incluso trabajan en cárceles y aeropuertos, aunque no creo que les paguen nada por eso.

Tirados como tapetes, encontrarán en muchas partes a los perros dormilones. Los perros dormilones son aquellos que no abren ni un ojo para verlo pasar a uno; parece que se pasaran la vida durmiendo, se duermen en cualquier lugar, por inhóspito que parezca, en medio de la calle, a la entrada de una casa, en el campanario de una iglesia, hasta en un campo de tiro. Siempre viven con sueño a grado tal, que a veces es imposible despertarlos, y después de muertos, todavía siguen soñando… A los perros dormilones, por regla general hay que ignorarlos, ya que si uno se para a decir, por ejemplo: “¡Qué bonito el perrito, cómo duerme!”, lo más seguro es que le dé por despertarse y pegarle a uno un mordisco.

Pero, ¿qué sería del día sin encontrar un perro mendigo? Los perros mendigos se distinguen inmediatamente por su mirada. Tienen ojos grandes y tristes que automáticamente le contagian a uno las ganas de llorar. Su oficio es ir de restaurante en restaurante, de casa en casa, de puerta en puerta, de mesa en mesa y sentarse con la paciencia de Job a ver comer a los demás, a la espera de un bocado. Solo miran fijamente, sin siquiera mover un músculo. Ni siquiera sacan la lengua como quien tiene hambre, pero logran despertar tanta lástima, que es imposible no compartir con ellos un “coq au vine” o un churrasco. En verdad son perros muy bien alimentados, que han hecho del mendigar un arte y una profesión. Tienen un apetito insaciable, pueden desayunar siete veces, almorzar setenta veces y comer otras setenta, sin jamás saciarse, engordarse ni reventarse. A pesar de haber comido todo el día, se les puede ver al entrar la noche, muertos de hambre, mendigando al lado de cualquier mesa…

Muy parecidos a los seres humanos, hay perros desocupados que se mueren de aburrición. Se pueden ver parados en alguna esquina, mirando de lado a lado, solo por ver si sucede algo. Su oficio es verlo a uno pasar y seguirlo con la mirada, como si nos fueran a delatar más tarde por haber pasado. Sin embargo, su lugar favorito es la puerta de su casa y casi nunca se aventuran fuera de su propia cuadra. De vez en cuando casan una pelea con algún intruso que se atreva a oler sus dominios o a perfumarlos. Generalmente, terminan mirando su propia cola para entretenerse.

No podríamos dejar de mencionar a los perros deportistas, cuyo deporte es perseguir al mismo infeliz gato que duerme a pierna suelta y una vez que el gato desaparece tras una cerca, parecen que se rieran con la lengua. Les encanta que los humanos les arrojen una pelota, un palo o un frisbee, para emprender carrera y traer el baboseado objeto de vuelta al dueño. Son campeones de carrera rápida y de salto de obstáculos. A veces, incluso (tal vez por desocupación), se dedican a coleccionar cosas de la calle que traen al dueño como presente. Se han oído casos en que este tipo de perros se han especializado en robar prendas íntimas de jardines y lavanderías… En general son perros hiperactivos que terminan por enflaquecer al dueño o por escaparse de la casa…

Al igual que en la humanidad, hay perros que se especializan en atemorizar a los demás. Los llaman perros guardianes, usualmente tienen caras feas y arrugadas, en épocas primitivas trabajaban para ellos mismos, ya fuera cazando o haciendo ejercicio. Ahora viven en pequeños espacios, rodeados de rejas y su oficio consiste en ladrar ante cualquier ruido, movimiento o sombra que perciban. Su ladrido es alto y fastidioso, y usualmente, el ladrido de uno de estos perros es contestado por otro, hasta que se forma un infernal coro de aullidos que espanta hasta a los propios dueños.

Muy relacionados a los anteriores, son los perros abusivos que se sienten dueños de la calle y ladran con la mordida en la lengua. Generalmente suelen ser perros desadaptados que tuvieron una infeliz niñez perruna y que se siente amenazados por la presencia humana o por la de otros perros. Aunque la mejor defensa es ignorarlos, la verdad es que son perros cobardes que se las dan de agresivos y si en verdad intentan atacar, basta con simular que uno recoge una piedra para que se escapen quejándose, como si ya los hubieran capado.

Sería imposible tener un catálogo completo de esta vida de perros, sin mencionar a esa subespecie de perro que suele ser lanudo y pequeño al que nunca vemos por su cuenta, sino siempre prendido a la correa de un amo o ama. Son perros consentidos y se les nota en el caminado, huelen a champú y a esmalte de uñas. Suelen ser nerviosos y escurridizos, lo miran a uno con ojos de desconfianza y escasamente le dan el saludo, pero con sus amos son increíblemente cariñosos y fieles. Son lo más parecido a un bebé eterno, de pelo rizado y suaves modales. Como son perros finos, se suelen perder en cualquier descuido y algunos han sido hasta secuestrados…

Pero, como de todo hay en la viña del señor, también existen los perros criminales que atacan y despedazan a las pacíficas ovejas, e incluso a personas, si estas se descuidan…. Generalmente hay que tener más cuidado con sus dueños que con los perros mismos, los cuales también suelen tener un comportamiento agresivo.

Para terminar, están los perros inmorales, aquellos que como algunos maridos, encuentran pareja en medio de la calle y practican el coito en público sin ninguna vergüenza. Son perros a los que solo les interesa el sexo y tratan de aparearse con todo lo que encuentran a su paso, sin importar la especie, la raza o el tamaño. A veces quedan conectados a las hembras por horas enteras después del apareamiento, como si algo se les hubiera quedado trabado allá adentro. A la larga son realmente perros lastimeros, especialmente cuando los cogen a palos en ese estado tan indefenso.

En verdad hay decenas de categorías más que se quedaron por fuera, (tales como los perros excavadores, los perros destructivos, los perros profetas, los perros rabietas, los perros que miran eternamente a una puerta o a una ventana esperando al dueño, el perro más perro, el perro que caparon dos veces, etc.), pero ya que este escrito no pretende ser un tratado ni mucho menos una enciclopedia de la vida de perros que llevan los perros y algunos humanos, dejamos al amable lector la tarea de seguir investigando ese concepto de “vida de perros”, para establecer definitivamente si la vida de los perros es tan mala como dicen o si la vida de los humanos es tan buena como la de los perros.

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