En un día como hoy…

asi-fue-la-conquista-de-america
Pronunciaré mi último silencio
aunque ya no quede nada qué decir
estos muros de piedra lo han escuchado todo
desde el relinchar de los caballos
hasta el frío sepulcral de las espadas
que penetraba la carne
sesgando la vida por el oro,
dicen los cronistas que
los recién llegados afilaban sus espadas
y las ensayaban en la piel desnuda
de los indígenas
que no conocían el filo del metal
y ante su sorpresa su carne dejaba de ser
y se convertía en un río de sangre,
como quien pela la corteza de un árbol
sus órganos quedaban al descubierto
donde la admiración era tan grande como el dolor
de la vida que se les escapaba
porque para los españoles
degollar a un indígena
era como degollar a un animal salvaje,
solo que el sufrimiento del ser humano
les producía un profundo placer,
mirando cómo se retorcía la persona
y para alimentar el sufrimiento
llenaban de sal las heridas
y rebanaban dedos, narices,
pies, uñas, orejas,
sacaban los ojos de sus órbitas
y cortaban lenguas
para que la persona en su dolor
ni gritar pudiera
hasta que se ahogaba en su propia sangre,
luego los arrastraban como animales
y procedían a degollarlos para exhibir sus cabezas
y otras partes del cuerpo
en postes altos
para que todos supieran
lo que se les esperaba
si no reconocían al Rey y a Dios
y entregaban de inmediato todo ese oro
que según creían los españoles,
cubría casas, pisos, ropajes, adornos,
cuando la verdad era todo lo que en miles de años
habían sacado y esculpido
con sabiduría y paciencia
no como un valor de intercambio
sino como un valor espiritual.
Los españoles no entendían eso
porque hacía tiempo
habían dejado colgado su espíritu
en centros de tortura que llamaban iglesias
y rezaban a un Dios vengador
que los atormentaba con las llamas del pecado y el infierno.
Así fue como un pueblo inferior
destruyó a una civilización superior,
la saqueó, la aniquiló
y algunos gobiernos celebran pomposamente
el día que nos destruyeron…
Hoy nos queda toda la maldad que trajeron,
sus torturas, sus templos,
su racismo, sus enfermedades causadas
por su falta de aseo.
Mientras en Tenochtitlán mil barrenderos
mantenía las calles limpias como espejos,
en la Europa medieval se caminaba en ríos de mierda,
por alcantarillas abiertas
donde iba a parar toda la pestilencia
de sus propios habitantes…
Esos fueron los invasores que llegaron
en un día como hoy a “descubrirnos”
cuando no había nada que descubrir,
todo el continente americano había sido descubierto
y poblado hacía miles de años.
El genocidio más grande en la historia de la humanidad
no es reconocido, ni se nos pagan reparaciones,
ni se devuelven las fortunas que se robaron
en galeones llenos de oro y plata, todo sacado
con el trabajo de esclavos que murieron por millones.
Este es mi último silencio,
hará eco en las paredes más mudas
que en los oídos cerrados
de aquellos que se creen descendientes de españoles,
crueles asesinos que 500 y más años más tarde
perpetúan su herencia maldita
en todos aquellos que siguen masacrando
por las mismas riquezas por las que llegaron sus ancestros
y con la misma lógica: Lo quieren todo a cambio de nada.
Malditos sean por los siglos de los siglos.
Amen.

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