Para qué hacerse tantas preguntas sin respuestas,
si las palabras se las lleva el viento,
qué importa saber cuándo un hombre es un hombre
si ni siquiera sabe a dónde está yendo.
¿Para qué preguntarse por los cañones
o por la sordera del que no escucha a los muertos
si ya sabemos que la guerra es de los bancos
y de los políticos corruptos contra el pueblo?
Para qué preguntarse cuándo caerán las montañas
o cuándo dejaremos de ser reos
si la libertad nunca ha sido un maná
que caiga flotando desde el cielo.
Qué importa preguntarse quién es el demonio
para buscar una respuesta en el viento
mientras los demonios celebran día a día
su orgía de muerte en nuestro entierro.
Las respuestas a todas estas miserias
no se encuentra soplando en el viento
se encuentran en la lucha diaria
en la batalla por cambiar los tiempos.
Hermoso poema.
Un abrazo enorme querido Mario.
Juan José