A don Cenón Jiménez Parra, profesor de eternidad

Pestañas de mariposa

aleteando como las hojas

de un libro al viento

manos elásticas que se acariciaban solas

mientras recontaba la Biblia

tal como la había vivido

en Melgar toda su vida

en casa de su madre

a la sombra de un Almendro

no se le conoció mujer

ni hombre tampoco

tal vez hubiera vivido un siglo más

de haber tenido a quién contarle

todas las fantasías religiosas

con las que nos deslumbraba por horas enteras,

de no haber tenido esa vocación,

a lo mejor hubiera sido un gran actor

y si hubiera cantado

un exitoso barítono,

ahora solo es el recuerdo

en nuestras mentes de 17 años

de un hombre erguido y delgado

cuyos pasos resonaban en los pasillos

como las campanas de la misa de cinco,

su vida y el perpetuo

parpadeo de sus manos

fueron para nosotros un solo enigma.

Que descanse en paz

y que el último aleteo de sus pestañas

le alcance para llegar al infinito

donde tal vez un día

de nuevo lo veamos…

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2 Responses to A don Cenón Jiménez Parra, profesor de eternidad

  1. Bocadillo says:

    Hermoso homenaje a nuestro inolvidable profesor de religión y también director de curso en una época. Agradecimiento también al inspirado poeta que nos deja estas sentidas líneas.

  2. Administrator says:

    Querido Bocadillo:
    Gracias por tus recordatorias palabras y aprecio del escrito, es cierto que fue nuestro director de curso por un rato, otro hueco en mi memoria. Tendremos que reunirnos en un homenaje a los partidos…

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