el que en las cosas cotidianas de la vida
ve la grandiosidad del universo,
quien goza con la pequeña gota de agua
que se resbala por unos pétalos infinitos y tiernos
Vive eternamente
quien escucha el canto de las aves,
pero no solo las escucha sino que les responde
y a dúo conversan sobre cualquier cosa,
las nubes, las flores, el milagro de estar vivos
Vive eternamente
aquel que se maravilla escuchando
las notas repetidas de alguna vieja canción
y en su letra halla, sin siquiera proponérselo
mensajes renovados cada día
Vive eternamente
quien en sus rutinas
encuentra nuevas sendas sin recorrer
y en las huellas de otros caminantes
descubre los misterios que paso a paso deja la vida
Vive eternamente aquel cuyas pasiones
nunca se doblegan, tarareando dentro de su alma
las notas cantarinas de su primer amor
como si fuera el primer día
Vive eternamente aquel cuya alegría y satisfacción
no están garantizadas
como una póliza contra los imprevistos caminos de la vida
sino que lleva su felicidad por dentro
y la usa de flama para alumbrar su camino
y la de todos los seres con quienes lo comparte
y la renueva cada día
¡Vive eternamente este segundo, este beso,
esta flor, esta mirada!
¡No te especialices en hallar nubes grises,
ni almas tristes, ni profundos abismos!
¡Vive eternamente este segundo,
el único riesgo que corres es
aprender a ser feliz contigo mismo!