Fórmula de Ginebra (en las rocas)
“En el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de las compañías farmacéuticas. Conservaré a mis maestros, al dinero y las ganancias, el respeto y el reconocimiento a que son acreedores. Desempeñaré mi arte con conciencia y dignidad, pero a su debido precio. La salud y la vida de mi enfermo será la primera de mis preocupaciones, incluso si para ello tengo seguirlo enfermando. Respetaré el secreto de quien haya confiado en mí, especialmente de Merck, la organización Mundial de la Salud y otros ministerios públicos. Mantendré en toda la medida de mis medios, el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica, como cobrar el precio más alto, hacer de esto un gran negocio, atender mal a los pobres y congraciarme con los ricos. Mis colegas serán mis hermanos, si no se oponen a lo que pienso. No permitiré que entre mi deber y mi enfermo vengan a interponerse consideraciones de religión, de nacionalidad, de raza, de partido o de clase, con las consideraciones monetarias es suficiente. Tendré absoluto respeto por la vida humana, desde su concepción, pero recuerden que un parto por cesárea es más costoso. Aún bajo amenazas no admitiré utilizar mis conocimientos médicos contra las leyes de la humanidad, siempre y cuando las leyes digan que puedo ir contra las mismas. Hago estas promesas solemnemente libre de todo honor“.